sábado, 18 de junio de 2011

Osos polares en la lista roja

La situación de los osos polares en el Ártico es preocupante: en la actualidad podría haber entre 20.000 y 25.000 ejemplares, de los cuales dos tercios podrían extinguirse a mediados de este siglo. No obstante, varios científicos señalan que todavía hay esperanza para estos animales si se hace frente a sus principales amenazas: el calentamiento global, la contaminación, la generalización de las extracciones de petróleo y gas o su mezcla con osos grizzlies.
La situación del oso polar es preocupante. En 2006, la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) incluía por primera vez al oso polar en su Lista Roja de especies amenazadas.
Pero no todo parece perdido. Un reciente artículo publicado en la revista 'Nature' señala que es probable que para el próximo siglo todavía quede un poco de hielo marino durante el verano. De esta manera, los osos polares podrían conservar un último refugio.
El artículo reconoce que la cantidad de hielo que se derrite cada verano aumenta, pero recuerda que todavía queda el formado en invierno. En la actualidad, señala el equipo de Pfirman, se transporta hacia el lado canadiense del Ártico más rápido que antes porque las aguas están más libres.
Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) explican que el retraso de las heladas hace que los osos polares pierdan reservas críticas de grasa, que afecta a la reproducción y a la capacidad de las hembras embarazadas de producir suficiente leche para sus cachorros.
La desesperación empuja a estos animales a desplazarse a lugares más lejanos e inhóspitos, fuera de su hábitat natural. Es el caso de un oso polar llegado a la costa norte de Islandia, tras atravesar 300 kilómetros desde sureste de Groenlandia, un hecho que no sucedía en 20 años.
La contaminación es otra de las graves amenazas para los osos polares. Un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) aseguraba en 2004 que estos animales están afectados por productos químicos tóxicos como PCB (policlorobifenilos) y pesticidas que han llegado arrastrados por vientos y corrientes desde los países al sur del Ártico. El informe hablaba también de alteración de los niveles hormonales, con posibles efectos adversos, como problemas de reproducción y cambios de comportamiento.

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